lunedì 11 gennaio 2016

INGRES - MUSEO NACIONAL DEL PRADO, MADRID




INGRES
Comisario: Vincent Pomarède
Museo Nacional del Prado
Ruiz de Alarcón 23 - Madrid
224/11/2015 - 27/3/2016

El Museo del Prado presenta “Ingres”, la primera exposición monográfica que se dedica en España a uno de los pintores más significativos del arte universal que, debido a circunstancias históricas complejas, no está representado en las colecciones públicas españolas.
Razón por la cual esta revisión integral de la figura de Jean-Auguste Dominique Ingres ofrecerá al visitante una ocasión única y extraordinaria en el Prado para comprender y analizar la relación del maestro francés con los movimientos artísticos de su tiempo – neoclasicismo, romanticismo y realismo- que no consiguieron desvirtuar ni su estilo ni su ideología.
Llevado por el impulso romántico de la búsqueda de la belleza ideal, que en él fue resultado de su atracción por la grandeza del pasado clásico y su fascinación por el arte de Rafael, Ingres engrandeció los géneros del retrato, del desnudo y la pintura de historia.
Sus extraordinarias dotes como dibujante le sitúan además en la cúspide de esta disciplina y revelan su incansable búsqueda de perfección.
Sin embargo, su obra escapa a cualquier clasificación ya que exploró todos los temas y proposiciones estéticas de su época, pero rechazó las trabas a la libertad de elección de una escuela, de un movimiento o de un estilo.
Prueba de su carácter singular es la trascendencia que ha encontrado como precursor fundamental del lenguaje de las vanguardias y la abstracción y la influencia que ejerció, por ejemplo, en algunos de los pintores españoles más sobresalientes como Federico de Madrazo, Pablo Picasso o un joven Salvador Dalí.
La colaboración del Museo Ingres de Montauban ha sido determinante a la hora de poder presentar esta exposición en las salas del Prado, ya que ha cedido generosamente algunas de sus obras más emblemáticas.
Por eso, con la colaboración de Acción Cultural Española (AC/E) como coorganizadora del proyecto, el 4 de diciembre y coincidiendo con el período de apertura de “Ingres”, el Museo del Prado presentará en el Museo Ingres una selección de once obras de sus colecciones para mostrar un recorrido por el género de retrato en España.

La exposición
“Ingres” propone un recorrido cronológico-temático excepcional por la trayectoria artística del pintor en su totalidad mostrando al maestro en todo su esplendor. Así, la muestra comienza con una seductora imagen del artista con la energía de su primera juventud, procedente del Metropolitan Museum of Art de Nueva York y se cierra con el Autorretrato de Ingres a la edad de 78 años, llegada de la Galería de los Uffizi de Florencia, que trasmite la señera autoridad del maestro en sus últimos años.
En este recorrido se prestará cuidadosa atención a su dedicación al género del retrato, que dejó tras de sí uno de los episodios más bellos de toda la pintura del siglo XIX. Capaz de captar con nitidez el carácter de sus modelos, supo reflejar con igual maestría la imponente presencia de un emperador -Napoleón I en su trono imperial del Louvre, un icono de la historia del arte- y el carácter soñador de un artista -François Marius Granet del Museo Granet en Francia-.
En todas sus efigies exhibe un lenguaje genuino, fruto del diálogo permanente que mantuvo con los retratos que había conocido en el Museo Napoleón y con los que posteriormente estudió en Italia. El del Señor Bertin procedente del Louvre, enérgica imagen del cuarto poder, o el de la Condesa de Haussonville de la Frick Collection de Nueva York culminan con soberbia perfección la trayectoria del maestro en este género.
Junto a ellos se exhibe una espléndida sucesión de desnudos femeninos, cargados de sensualidad. La gran odalisca del Museo del Louvre, en la que no hay excusa que justifique su desnudez, es una de las obras más influyentes en la historia de la pintura moderna. Ruggiero libera a Angélica muestra a una mujer sensual y voluptuosa, claro paradigma del erotismo contemporáneo y El baño turco del Louvre, obra mítica que sublima la pasión del pintor por la repetición, exalta la curva como forma perfecta para revelar su inagotable entusiasmo por el cuerpo femenino situado siempre en contextos exóticos.
El repaso a la obra de Ingres culmina con su atracción por el género de la pintura de historia en obras realizadas en Roma, en las que se enfrentó a la fuerza de los mitos de la literatura clásica grecolatina, de Homero y Virgilio, especialmente, como en Virgilio lee la Eneida llegado desde Bruselas o los estudios para La apoteosis de Homero, pero también de las pinturas troubadour en las que aprovechó para dar rienda suelta a su propia obsesión por los artistas que más admiró en el pasado como Rafael o Leonardo da Vinci en obras como Rafael y la Fornarina de Ohio o Francisco I asiste al último suspiro de Leonardo da Vinci del Petit Palais.
Por último, su relación con la pintura religiosa aparece aquí también representada en todas sus variantes tanto íntimas –la conmovedora Virgen adorando la Sagrada Forma del Louvre- como monumentales como Jesús entre los doctores del Museo Ingres.

Imagen: Jean-Auguste Dominique Ingres, La grande Odalisque, 1814 (Paris, Musée du Louvre, département des Peintures).